viernes, 6 de diciembre de 2013

Un Lazo en el Meñique (P15)

Me "desperté" bajo el mismo árbol donde me encontraba siempre con Daca. Estaba todo muy oscuro, como si no hubiera sol ni luna, y apenas las estrellas dieran una tenue luz para guiarme. -¿Donde estoy?¿Qué me pasó?- dije en tono de confusión. No me era fácil identificar el terreno porque faltaba algo... ¡¿Dónde estaba Daca?! Empecé a entrar en pánico, pero decidí sentarme y respirar ¿qué estaba ocurriendo? Debía averiguarlo.

Por segunda vez desde que pise ese extraño y singular mundo, empecé a caminar por ahí, no era capaz de identificar nada y no veía a nadie -Desearía tener una linterna...- ¡Vaya conveniencia! Una linterna se "materializó" en mi mano -Aún tengo poder aquí... ¡Desearía poder volar!- Efectivamente, unas enormes alas empezaron a crearse en mi espalda... Pero, una vez más, eran inutilizables. Era de un lodo apestoso... Más bien parecían carne derretida, sentí como si mi vista se dividiera y me asusté más, por lo que las alas empezaron a caer al suelo, derritiéndose más hasta quedar pegadas ahí y soltándose de mi espalda.

Eché a correr y, a los pocos metros, encendía la linterna. Me fijé en el piso -esta todo... Morado...- Por mis pensamientos debía estar en el "ecuador" de este mundo. Caminé y caminé, esperaba llegar a lo que debía ser mi terreno pero allí todo estaba destrozado... -¿Qué... pasó?- caí arrodillada. Era una escena post apocalíptica. Los edificios derrumbados, pequeños trozos de cristal resplandecientes en el suelo pero ¡no había ni un solo cuerpo! -Ay no...- Me levanté y empecé a correr por todos lados -¡Hola! ¡¿Hay alguien?! ¡Quien sea! ¡Dame una señal! ¡¿Daca estás aquí?!- Pero nadie respondía.

Me tiré de nuevo en el piso y empecé a llorar en posición fetal -Los... Los he matado...- las lágrimas brotaban más fuerte de mis ojos -¡Los he matado a todos! ¡¿Por qué?! ¡No debí abandonarlos y ahora están muertos!- mis gritos de dolor resonaban llevados por el viento, está vez lo había perdido todo. De pronto, un leve quejido me sacó de mis fatídicos pensamientos -A... Ayúdame...- era la voz de una niña. Me levanté y empecé a buscar por todos lados -¡Habla de nuevo! ¡Usaré tu voz para encontrarte!- un llanto leve se escuchó -¡Estoy aquí! Dentro de esta casa subterránea. Estoy bien pero una roca está tapando la puerta y no puedo quitarla-

Miré a todos lados -¡Hay muchas rocas, pequeña! No puedo saber cual empujar!- hubo silencio -Yo te guiaré. Da tres pasos al norte y uno al este.- Temblé -¡Así no te entiendo!- -Pues da tres pasos adelante y uno a tu derecha!- caminé los pasos requeridos y mi asombro fue algo que no pude contener -Niña... ¡Debes estar de broma!- La roca frente a mis ojos era algo más que "considerable" era una roca tamaño elefante.

-Por favor, no me abandones aquí- rogaba la niña. Me lancé a mi instinto de rendición, pero luego vino a mi mente la idea de que este mundo estaba en pleno desastre debido a eso. -Tranquila, no te abandonaré ¡eres uno de mis sueños y por lo tanto DEBO PROTEGERTE!-

Pensé en los posibles planes pero, como cualquiera en un momento de desesperación, no conseguí ninguno por lo tanto me decidí por usar la fuerza bruta. Me detuve junto a la roca y empujé, empujé como si mi vida dependiera de que lo hiciera. Empujé y empujé más hasta que casi se me sale el intestino, pero no dejé de empujar. La roca a penas se movía -Soy un desastre ¡mira que dejar que una roca destroce mis sueños!- me eché a llorar justo sobre ella, entonces escuché un raro ruido y, aprovechando la oscuridad, me escondí -Niña no hables- indiqué.

Con mis ojos ya acostumbrados a la oscuridad vi lo que podría catalogarse como una horda de zombies. Caminaban de forma errática y parecían tontos y agresivos, algunos no tan tontos pero sí muy agresivos. No hablaban y no tenían ninguna expresión en su cara (si eso podría considerarse una cara), era sólo una mueca, un ceño fruncido... Era algo sumamente desagradable. Los zombies registraron el área, parecían no tener voz y se comunicaban bajo sonidos guturales bastante tenebrosos. Una vez pensaron que no había nadie se retiraron. -¿Qué pasó?- preguntó la niña -Fue algo raro, como zombies- respondí. La niña hizo silencio y me preocupé -¿Estás bien?- Escuché como si llorara -Todo esto pasó hace unos días... Los ancianos dijeron que se había perdido el equilibrio y todo se destrozó, ningún sueño sigue igual...- Quedé en una especie de shock. -¿Estás ahí? ¡Por favor no me abandones!- gritó la niña. Me armé de valor y fuerza, me levanté y seguí empujando ¡estaba decidida a pelear por mi mundo! -Por favor...- dije mientras empujaba la roca -¡cuéntame todo mientras te libero!-




Continuará... 

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