Desde que entramos a edad escolar, mi madre hacía a Chad utilizar un guante de nieve, de esos que llevan juntos 4 dedos y dejan el pulgar separado. Él, para no tener problemas, lo utilizaba sin chistar prácticamente siempre.
Para narrarles esta parte de la historia tengo que retroceder unos años, María y José Santiago habían tenido a su primer y único hijo, Oscar. Esta pareja era dueña de una de las tierras más productivas de la región y, como era de esperarse, su hijo era un consentido.
No había nada que Oscar pidiera que no consiguiera, además de que sus padres le daban una cantidad exorbitante de dinero, como "mesada" ellos le daban la cantidad con lo que una familia de 4 personas comería durante una semana. También lo hicieron un vago, pues el chico a penas sabía manejo de tierras y no quería nada que ver con la escuela, por lo que siempre pasaba los cursos a medias.
A la edad de 20 años era un borracho, fumador, mujeriego y drogadicto empedernido. Su padre lo descubrió y, harto de la situación, le cortó el suministro del dinero. Como cualquier adicto sin su droga, Oscar entró en ansiedad por abstinencia. Primero intentó consegui un trabajito que, aunque sea, le permitiera costearse una casa y algunas necesidades, pero todos en el pueblo sabían que era un inútil y un mimado, por lo que nadie quería contratarlo.
Su padre le dio una vieja casa de madera que ya no utilizaban, para empezar, luego Oscar debía encargarse del resto. Nadie estaba muy seguro del motivo por el cual había echado a Oscar de su casa, excepto Chad, él sabía todo de todos, parecía la típica vieja chismosa del barrio que siempre sabe todo.
En guerra con la abstinencia Oscar empezó a robar. Primero de su propia casa: cuadros, jarrones, adornos, todo lo que se pudiera llevar a escondidas estaba en peligro. Luego, empezó a llevarse animales de la finca, animales pequeños, principalmente conejos y aves de corral.
Con eso, conseguía dinero suficiente para algo de droga, pero siempre necesitaba más, por lo que decidió pedirle "fiado" a su vendedor de siempre, quien accedió a condición de que le pagase en menos de un mes.
Eso nos lleva a donde iba antes, era enero de 1999 y hacían dos meses que Oscar debía una cantidad considerable de dinero a dicho vendedor (cuya identidad mantendremos en secreto por confidencialidad u.u [Me sentí como guionista de serie policial al escribir eso jajaja]).
Desde niña acostumbraba a levantarme tarde, por lo que las únicas horas al día que no pasaba junto a Chad eran entre las 8 y las 11am. Ese sábado 2 de enero, del 1999, Chad estaba desayunando sentado en una silla afuera de un colmado* que tenía mi familia por aquel entonces. Justo en ese instante, Oscar entró a comprar 5 panes y algo de jamón, por lo que se sentó a esperar su mercancía. Ese era el momento perfecto, Chad había decidido hacer su primera "jugada" grande, había decidido que empezaría a ganarse su lugar.
El desayuno era un momento especial, en ese momento Chad se sentía particularmente creativo siempre, siguiendo esa misma creatividad se acercó a Oscar, se quitó el juante y usando su mano deformada, lo tocó en el costado para llamar su atención mientras decía con expresión juguetona-Oye, Oscar- Oscar realmente no tenía ganas, pero respondió para no hacer el desaire le miró. Chad hizo un gesto para acercar más su boca al oído de Oscar -Sé que tienes muchos problemas- dijo aquel niño de 4 años, con voz clara. Oscar estuvo en silencio un momento y trató de fingir una sonrisa -¡Que vas tú a saber! Sólo eres un mocoso- Chad sonrió, esperaba justo esa incredulidad -Sé mucho más de lo que piensas, también sé el remedio para todo...- Chad le susurró algo al oído, Oscar quiso burlarse, reírse un poco de él, pero más que risa lo invadió el temor -Tienes 5 días- Chad lo volvió a tocar y se alejó, regresando a la casa y, porteriormente, al dormitorio que ambos compartíamos.
Continuará...
1-Colmado: https://www.google.com.do/search?q=colmado+republica+dominicana&oq=colmado+-+re&aqs=chrome.2.69i57j0l5.4949j0j7&sourceid=chrome&espv=210&es_sm=122&ie=UTF-8
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