jueves, 8 de agosto de 2013

Triángulo Traumático (P2)



Damian había conseguido llamar en casa y los ancianos a la policía. La policía recogió al pequeño y le hizo las preguntas pertinentes al caso:

-¿Cómo te llamas pequeño?- Dijo el policía.
-Soy Damian-
-Cuentame todo desde el principio...-
-Mi nombre es Damian White, soy el hijo único de Alicia y Adam White...-
-¡¿LOS EMPRESARIOS WHITE?!- gritó el policía, sin salir de su asombro, a lo que Damian contestó
-Efectivamente, los White de Londres. Fui secuestrado un mes atrás a la salida del colegio, habían asesinado a mi chofer y me trajeron hasta esa cabaña en el bosque, durante todo este mes han estado haciendo cosas innombrables conmigo y...- las lágrimas empezaron a caer suavemente de sus ojos y el policía, solidarizándose con su dolor, dijo -Está bien, hablaremos de ello más adelante, pasarás la noche en la estación y tus padres vendrán por ti en la mañana ¿vale?- Damian sonrió debilmente -Aja-.

EL policía lo subió al auto y lo llevó hasta la estación, allí le dieron algo decente que comer. El pobre estaba demacrado, desnutrido, el pelo se le salía... Ese suave y precioso pelo blanco estaba siendo cubierto por la mugre y el lodo de su fallido intento de escape y sus ojos habían perdido la vida que se reflejaba en ellos, perdiendo su color natural y dejando un tierno gris, la piel blanca dejaba ver con bastante facilidad las marcas de los golpes que había recibido. Poco a poco el sueño lo fue venciendo hasta que se quedó totalmente dormido en una cama de la estación.


El sonido de un despertador irrumpió en la oscuridad de esa habitación, poco a poco abrió los ojos "mi habitación..." pensó. Efectivamente, estaba en casa y habían pasado diez años desde que ocurrió aquello.

Mientras se levantaba y caminaba hacía el baño pensó en todo aquello, en el tiempo que tardó en recuperarse, un año de escuela perdido y todos los medicamentos que tomó para los nervios. Pensó en su madre, la pobre Alicia White, mujer que casi muere de la angustia durante ese mes. Pensó en su padre, Adam, quien invirtió casi todo el capital para encontrar a su hijo. También pensó en todas las noches en que las pesadillas acosaron su mente y en como su madre las alejaba, acostándose a su lado, velándole el sueño, abrazándolo fuerte y besando su frente como si no hubiera otro momento para hacerlo, como si el mundo fuera a acabar si lo soltaba.

Una vez en el baño se miró en el espejo del lavamanos, miró su cara con detenimiento, examinándola, asegurándose de que sus ojos tuvieran ese color verde manzana que tenían cuando vio el mundo por primera vez. -Todo en orden, ahora...- se dijo a sí mismo y empezó a pensar, a tratar de recordar lo que había pasado anoche. Era un ejercicio importante debido a que las pastillas que tomaba para tratar de suprimir las pesadillas podían causar perdida de memoria y por ello debía ejercitar, para asegurarse de no olvidar...

Se forzó a más no poder y se acordó de la voz de su padre diciendo "Mañana irás al colegio Santa María, así que debes peinarte muy bien y estar listo para salir a las 7:30 a.m." -Mmm... a penas son las 5:30, ¿por qué habré puesto el reloj tan temprano?- Con el tiempo de sobra Damian se sentó en el borde de la bañera y abrió la llave, permitiendo que se llenara lentamente. Mientras veía la suave caída del agua empezó a imaginar cosas, era algo que le encantaba hacer. Imaginó a la chica de sus sueños, sabía exactamente con que clase de chica quería casarse, lo murmuraba todo el tiempo, cada mañana antes del baño era algo que no podía evitar -Quiero una chica bajita, dulce, esbelta pero que tenga de donde agarrarme, lo más importante es que debe ser muy tierna y de piel suave, también que lleve el pelo corto.-

La tina estaba casi a la mitad cuando se giró a verla, cerró la llave y se quitó la ropa. Los diez años no habían pasado en vano, ya que tenía el cuerpo bien torneado y formado, además de que estaba bien "dotado" por la naturaleza. Metió los pies en el agua pero quedó sentado en el borde aún, el agua no era precisamente para tomar un baño... Se puso a pensar entonces en la chica que le gustaría, no como pareja, sino solo para el sexo, era algo totalmente diferente a lo que pedía en una esposa: quería una chica de su tamaño, fuerte, dura, algo agresiva como si tuviera que ser domada, con el pelo largo para poder cogerla por ahí, grandes senos y un buen trasero para palmear. No hay que mencionar lo que dichos pensamientos hicieron a su cuerpo, el cual reaccionó de inmediato trayendo una erección. Le desagradaba un poco ver eso a veces, era un problema que había llegado a causar vergüenza en algunos lugares, pero esta vez sabía que lo tenía merecido, por lo tanto decidió masturbarse.

Terminó su faena satisfactoriamente y dejo correr el agua. Abrió la ducha, se dio un baño, cepillo sus dientes y se peinó hacía adelante, como si de un niño pequeño y adorable se tratase. Bajó a desayunar y luego se despidió de su madre con un abrazo y un beso, tomó su bulto y se dirigió al colegio, en donde tendría que empezar de 0.

                   

                                                                                                              Continuará....

1 comentario:

  1. Hola! Wow! he leido la primera parte y esta...la verdad me ha encantado! Te felicito! La descripcion pone muy claramente la imagen en la mente y la historia es interesante. Saludos!

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