sábado, 14 de septiembre de 2013

Un Lazo en el Meñique (p2)

Seguía observando esa ventana sin apartar la vista, tenía ganas de ver que había en el caballete, la curiosidad me carcomía y pensaba que si lograba verlo quizá podía seguir escribiendo esa historia...

Fue entonces cuando un ruido de puerta, bastante rechinante si me lo preguntan, interrumpió mis pensamientos. Me bajé de la silla escondiéndome bajo el escritorio, no era la puerta de mi habitación, sino la de enfrente. Cuando escuché otra vez el rechinido asomé la cabeza con cuidado. Mi nuevo vecino era un chico alto, de como un metro setenta. Tenía la piel blanca, el pelo rubio y, aparentemente, los ojos azules. Me volví a esconder y apretaba mi pecho con mis manos tratando de que mi corazón no saliera corriendo.

-¡Emy!- era la voz de mi mamá -¡Ven aquí!-. Traté de calmarme para poder afrontar la situación y respondí -¡Ya voy mamá!-. Miré a todos lados, respiré hondo y salí de la habitación. Bajé las escaleras para encontrarme en la puerta con el chico que, minutos atrás, había estado en la habitación vecina.

Mi cara se llenó de color cuando él me sonrió -Tú debes ser Emy - me dijo -Mi mamá horneo esto para darte la bienvenida al barrio, espero te guste este lugar tan tranquilo- me entregó una cajita llena de galletas, sonrió y se fue. Mi corazón iba a toda velocidad y el color invadió mi cara... Mi madre mi observó con una sonrisa algo  burlona -Hija, mira lo colorada que te has puesto jajaja- Miré a todos lados porque no sabía donde meter mi cara debido a la vergüenza y, simplemente, salí corriendo para encerrarme en mi habitación.



Continuará...

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