domingo, 22 de junio de 2014

Palomas Mensajeras (P4)

Levantarse cuando se está enamorado es una tortura. Despiertas y tu primer pensamiento suele ser esa persona. Eso es gracioso, en especial contando que, seguramente, tu último pensamiento la noche anterior fue esa persona también.

Lo primero que esa criatura hizo fue leer el papel que Marc le había dejado, se sonrojó, suspiró. Gritó de emoción haciendo que su dama de compañía entrase. Emocionada, le contó a ella todo, absolutamente todo sobre Marc, incluyendo la visita de anoche y le hizo prometer que no contaría nada a nadie. De inmediato, le pidió que fuese al mercado y comprase una paloma con una cinta, y le pusiera las iniciales D.D. 

La señorita obedeció en el acto y Diana esperó escribiendo una carta, sincerando sus sentimientos:

"¿Sabes?
Me agradas.

Me gusta hablar contigo
de hecho, no me canso.

A veces me desesperas,
Pero eso no quita que te quiera...

Me gustas.
Tu boca, tu lunar
Tus gestos, Tu manera de hablar.

Esa risa "delicada"
Que se escucha a cuatro cuadras.

En fin...
¡Tengo ganas de verte!"

La dama llegó con la paloma y, ni corta ni perezosa, la carta fue enviada.

Esta carta no tuvo respuesta. Tras varios días esperando, sin recibir ni una carta ni una visita, Diana optó por enviar un mensajero, un caballero montado en su poderoso corcel le acercaría la carta, esta vez perfumada, a su amado.

Diana le dio instrucciones precisas de regresar en la noche con la posible respuesta, y el caballero partió de inmediato.

Las horas parecían moverse sin ganas, como si no quisieran partir jamás, como si quisieran quedarse ahí para siempre.

Finalmente, el sol se metió tras el psiquiátrico y Diana vio al caballero acercarse, con su caballo presionado y relinchando, yendo a todo galope.

Diana bajó las escaleras para ir al encuentro del joven caballero, quien se bajó de su caballo.

Arrodillándose ante Diana, le entregó la carta que ella misma había enviado, aún sellada.
-¿Qué ha pasado? ¿No estaba? O... ¿Es que no ha querido recibirla?- el caballero no la miraba a los ojos, mantenía la vista fija en el suelo tratando de rehuir su mirada lo más posible -¡Contéstame!- La voz entrecortada del joven trataba de salir de su boca (sin mucho éxito he de decir). -Mi Lady... El destinatario ha...- -¡¿"Ha" qué?!-

-Ha muerto- logró decir el joven de una vez, como si estuviera escupiendo algo que le tapase la garganta.

El Shock de la chica fue tal que se desmayó.

La verdad es que no es una historia con un final feliz, pues Diana enloqueció y fue encerrada en el psiquiátrico, lugar que no hacía más que recordarle su terrible pérdida.


Fin

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