sábado, 3 de mayo de 2014

Palomas Mensajeras (P1)

Todo comenzó en esa puerta, en ese lugar. Esta es quizá una historia de amor, la verdad no estoy segura de como puede catalogarse pero la contaré de todos modos...

Hace 20 años, en una noche nublosa la puerta de la casa Dasspeed sonó. Unos educados golpesitos acompañados de fuertes tirones a la cuerda de la campana interrumpieron la quietud de la noche. La señora de la casa, como no era de esperar, se levantó de su cama a toda prisa y se calzó las pantuflas. Corrió rápidamente a abrir la puerta, pensaba que podría ser su hijo, quien había estado en la guerra desde hacía un par de meses.

Al abrir la puerta de aquella casa, que se ubicaba en una colina, en una pequeño pueblo que no aparece en el mapa durante una noche de un año que no se recuerda, la señora descubrió en una cajita, entre sábanitas desgastadas y agujereadas a una pequeña, una bebé que bien podría ser su nieta y era el vivo retrato de su hija, una hija que murió hacía ya 5 años justo después de respirar por primera vez.

Tomó a la bebé entre sus brazos y preguntó a la noche, bajo la bella luna, si alguien rondaba aquel lugar y fuese progenitor de la criatura, pero nadie respondió a su clamo. Era pasa la media noche, así que con una dulce sonrisa en los labios entró en la casa con la bebé en brazos, quien sería un nuevo miembro de su familia y llevaría el nombre que originalmente era para su hija, Diana Dasspeed, a quien cuidaría como tal.

A la mañana siguiente expuso el caso a su marido, Joseph Dasspeed, quien era un aristócrata, un noble si así se quiere decir. Cabe destacar que en un primer momento no estaba de acuerdo, pero al mirar a su mujer que ya pasaba los 40, con esa bebé en brazos, al mirar la sonrisa y la ternura de aquella bella mujer con hilos d plata en vez de cabellos no pudo evitar darle su razón y permitir que la criatura fuese criada como un miembro más de la familia. -Mary, con esa bebé en brazos te ves tan bella como el día en que diste a luz a nuestra hija, a pesar del dolor de aquella noche. Si tu felicidad depende de la adopción de esta criatura pues yo también la tomo como hija, mañana mismo se bautiza y se declara como nuestra hija, Diana.-.

Y así, la pequeña fue criada como toda una dama, una princesa si se quiere. Se le enseñó a leer, a escribir, a ser una señorita de alta clase muy refinada. Se le cultivó también en las artes, como la música y la pintura. Diana cantaba como un ángel, tocaba el violín, el arpa y el piano. Pintaba de manera excepcional, tanto que en serio sus pinturas parecían una visión de los dioses.

Claro está, cuando se tiene una hermosa hija de 15 años, de pelo castaño, piel blanca como la nieve y unos ojos verdes que se comparaban con las hojas nacidas en la primavera, sumada a su inteligencia y habilidad, los pretendientes no se hacen esperar. A diferencia de la mayoría de los nobles, los señores Dasspeed no trataron de elegir por su hija, sino que dejaron a libre albedrío de ella aceptar o no los cortejos de los caballeros que se presentaban ante ella. 

El tiempo iba pasando y Diana seguía cultivando todos sus dones, hasta finalmente cumplir los 18.

En su cumpleaños número 18, Joseph decidió ofrecer una fiesta, era un gran baile de máscaras. El salón principal de la casa fue decorado por la misma joven. Los colores elegidos fueron el verde hoja y el azul celeste. Todo el salón se asemejaba al océano y el mar, que se tocaban y acariciaban entre sí para dar un hermoso color. Otra cosa que acompañaba la decoración eran los cuadros, la joven había colocado en el salón todos los cuadros que había pintado en el último año, exactamente 18. La música era sin duda el área en que se luciría, había practicado arduamente y estaba lista para demostrar lo que era capaz de hacer con su violín.

¡La gran noche llegó! ¡Los invitados estaban entrando! La joven estaba en su habitación tratando de controlar sus nervios mientras su madre le peinaba. Su vestido era verde, para combinar con sus ojos. Sus zapatos eran blancos. Su pelo estaba suelto y lacio, le llegaba más allá de la cintura y estaba recogido de un lado con un hermoso listón blanco, que hacía un moño tipo envoltorio de regalo. Su máscara era un tanto o mas peculiar, pues imitaba el rostro de un astuto lobo de las nieves.

Todos los invitados estaban en el salón, esperando. Platicaban plácidamente pero estaban ansiosos por ver la flor más bella que había florecido en aquellos campos. Lo normal era que la señorita hiciera su entrada en lo alto de una escalera, pero el susto que se llevaron no fue poco:

Las luces se apagaron. Un violín empezó a cantar. Las miradas de todos se dirigieron a un gran telón azul, que fue iluminado con por una tenue luz amarilla, que imitaba al sol. El telón se abrió y descubrió a ese bello ángel, que deleitaba a todos con su armoniosa música.

Entre el público estaba él. Ellos no se conocían, era la primera vez que él la veía. Sus miradas se cruzaron por un sólo segundo, y ese segundo pareció una hora y esa hora una eternidad, y esa eternidad una vida ¿juntos?

La canción acabó. La joven dio las gracias y fue presentada por su padre a la sociedad como toda una mujer. Una banda la sustituyó para poder empezar el baile, el cual la joven haría con su hermano Joseph Jr.

Desde lejos, el joven de hace un momento la observaba, él llevaba en ese momento una máscara de rata y un traje azul. Si crees en el destino, habrás pensado que esta pareja estaba armada desde hacía mucho, puesto que eran los colores justos de la celebración.

En medio de la pieza, el joven se acercó con mucha seguridad. Muchos eran los pretendientes que rodeaban a la pareja danzante, pero esto no lo intimidaba para nada, tenía mucha confianza en sí mismo. Se acercó hasta estar al lado y, con mucha educación, dijo -My Lady, sería un honor si me permitiera esta pieza.- y sonrió, la máscara no cubría su boca. La joven le tomó de la mano y bailaron por un rato, no mediaron palabra, ni siquiera él compartió su nombre. Se agradecieron la compañía y se separaron.

En ese momento no estaban seguros, pero sentían algo extraño que trataron de ignorar ¿qué era ese nuevo sentimiento?

La sensación extrañaba mucho a la joven, era algo que no había sentido jamás pero sí había leído, pintado, cantado y tocado sobre ello. Varias veces descubrió las miradas del caballero de la máscara de rata, pero lejos de incomodarle estas le fascinaban. Así transcurrió toda la velada, una en la que los ojos hablaban por el corazón y en la que no se mediaría palabra, una especial noche que marcaría el primer día del resto de dos jóvenes vidas, el inicio de la historia de Diana Dasspeed y El Joven de la Máscara de Rata.


¿Continuará? 

No hay comentarios:

Publicar un comentario