sábado, 12 de octubre de 2013

Un Lazo en el Meñique (P5)

Me acomodé en el piso, sentada, con las piernas cruzadas. Junté las manos justo sobre mi cabeza tomando una pose muy graciosa y procedí a rezar por mi vida, si estaba de mal humor este sería el final.

Gracias a la posición de mis manos Daca pudo ver el fino hilo rojo. Con solo echarle el vistazo lo reconoció y decidió bajar. Me tocó la cabeza con mucha suavidad, haciendo una caricia. Me ayudó a levantarme y, sin mayor aviso, pegó su frente a la mía con los ojos cerrados. -¿Qué...qué haces?- Traté de cuestionar, sin embargo él no respondió. Supe inmediatamente que estaba tratando de hacer algún tipo de conexión conmigo o... ¿era algo más?

Susurró con propiedad -ahora debes imaginar que tienes alas, alas enormes que te ayuden a volar- intrigada pregunté la razón y dijo -Necesitas ver un lugar, Emy-  Debido a lo blanco de mi piel el rubor que tuve en ese momento se notó demasiado. Empecé a imaginarme con alas exactas a las de Daca. Un brillo muy raro, negro, salió de mi espalda. Estas no eran reales, solo era una, estaba hecha de lodo y, definitivamente, no podría volar. Daca se sorprendió mucho ¿se estaba debilitando? O ¿yo era incapaz de crear algo en este lugar? Dudosos, tratamos nuevamente pero con "mejores" resultados.

Miré a Daca muy asqueada -¿Por qué tengo alas de mariposa?- le cuestioné algo furiosa -Porque pensé que te quedaría mejor que unas de ave- respondió él, con una sonrisa algo creída y arrogante. Daca tenía mucho poder y la habilidad de hacerme volar era de mis favoritas. Cabe resaltar que giré mi mirada, avergonzada, por saber que él había escogido para mí unas enormes alas azul cielo, que tenían pequeñas rayas negras al rededor de ellas.



Empecé a moverlas de la forma más natural posible. Me tomó unos treinta minutos poder despegar mis pies del suelo. En el momento en que lo logré pues Daca tomó mi mano fuertemente -¿Estás preparada?- Empecé a negar con la cabeza pero él despegó como un loco, arrastrándome por el enorme cielo azul. Tras nuestro, mis alas dejaban un enorme rastro de arco iris, en el cual el rojo sobresalía más que todos.

Llegamos al techo de una especie de torre. Era enorme. Miré al rededor de todo, era el edifico más grande de aquella ciudad. Miré asombrada y dije -¿Qué... Qué es esto?- -Esta es la una ciudad muy especial- Respondió él. Besó mi frente y conitinuó -Esperamos mucho tiempo tu llegada...-

Continuará...

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